30 de Diciembre de 2016
Forbes México
México pasó de ser una economía petrolizada a una gasolinizada, una trama que se vuelve más dramática porque sus habitantes requieren trabajar muchas más horas que en otros países para pagar la baja competitividad del sector energético y los altos impuestos a la gasolina.
En días recientes, Pemex abrió una sucursal en Houston, Texas (EU), un hecho muy comentado en medios y redes sociales porque a buena parte de quienes se enteraron les indignó que en esa ciudad Pemex vende la gasolina a 1.54 dólares por galón, unos 6.90 pesos por litro, prácticamente a mitad del precio mexicano.
La anécdota es representativa de los profundos cambios que están sucediendo en el sector energético, así como en el fiscal, por lo que inmediatamente surgen las siguientes preguntas:
¿Qué significa que Pemex abriera una sucursal fuera del país? ¿Por qué está vendiendo la gasolina más barata en Estados Unidos que en México? ¿Qué tiene que pasar para que paguemos menos por la gasolina?
Gasolineras afuera: ¿cambio de forma o de fondo?
Curiosamente, fue la Presidencia de la República, y no Pemex, quien dio las siguientes explicaciones sobre esta nueva sucursal:
Se tienen intenciones de incursionar en el mercado estadounidense, y en una primera etapa se abrirán cinco estaciones de Pemex en esta ciudad. Se está evaluando el impacto de la marca Pemex frente a otras marcas internacionales.
La apertura de estas franquicias no es con dinero del gobierno, sino que se está dando gracias a inversión de terceros (sin revelar su identidad). Los inversionistas sólo están utilizando el nombre de la franquicia, sin ningún contrato para que Pemex sea el proveedor de estas nuevas gasolineras.
La gasolina que se venderá en Houston proviene del mercado estadounidense y no del mexicano, debido a que la gasolina es más barata en el país del norte. (Presidencia de la República, 2015)
Si bien las razones expuestas pueden ser válidas, también se dejan entrever otras implicaciones latentes que no pueden pasar inadvertidas en el análisis:
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) sigue siendo el gran jefe de Pemex, a pesar de que la empresa esperó más independencia después de la reforma procompetitividad de Pemex como parte de la reforma energética.
El impacto de la marca será máximo en las áreas con alta población mexicana, especialmente los estados de California y Texas, que concentran a 37% y 21% de los mexicanos en Estados Unidos.
Aunque no hay duda de que Pemex podría beneficiarse de la diferenciación de la marca y su producto, la industria de las gasolineras en Estados Unidos es de las más competitivas del mundo. Con márgenes de ganancia de 0.9% en un año malo y de 3.0% en uno bueno, será difícil que Pemex se acople en un mercado de tan baja concentración. (Biery, 2014)
Si bien desde hace más de una década se han importado grandes volúmenes de gas natural y gasolinas desde Estados Unidos, la coyuntura actual facilita este experimento en materia de proveedores, suministros y comercialización. Pemex está apostando, a través de terceros, a enfocarse en actividades de la cadena que le den más exposición internacional.
Esta sucursal es parte de la aportación proporcional de México dentro del proceso de Integración Energética Norteamericana, que busca que los países firmantes del Tratado de Libre Comercio conformen la región energética más potente del mundo. En ella, Houston, la capital energética de mundo, es la capital moral de este conglomerado.
Por todo ello, la apertura de las gasolineras en Estados Unidos tiene más sentido político y de mercadotecnia que financiero.
Gasolina cara, gasolina barata…
El diferencial de precios entre los combustibles en Estados Unidos y México se debe principalmente a que en EU el precio está determinado por el mercado. Como ahora el precio del petróleo –insumo primordial de los combustibles– está tan barato, la caída en los precios de producción de la gasolina es casi proporcional a la caída en el precio del barril de petróleo.
En México, la SHCP ha sido la encargada de fijar la política fiscal en materia energética y, por ende, los precios del diesel y la gasolina, tomando en consideración los análisis técnicos en los que también participan la Secretaría de Economía, la Comisión Reguladora de Energía y la Comisión Federal de Competencia Económica.
Por otra parte, la Cámara de Diputados ha tenido la autoridad para aprobar, discutir y modificar la propuesta elaborada por Hacienda en este rubro. Una vez aprobado, Hacienda realiza cálculos mensuales para determinar las tasas aplicables a cada combustible en las diferentes estaciones de servicio que Pemex tiene en el país.
Haciendo un recuento de los últimos años, la SHCP comenzó hace más de un cuarto de siglo un Plan de Control de Precios de las Gasolinas, donde en general existía un subsidio moderado a los combustibles. Sin embargo, conforme Pemex fue menos competitiva e innovadora, y más asfixiada por sus obligaciones tributarias, se comenzaron a identificar problemas que fueron expuestos por el alza histórica en la cotización del petróleo que se registró en los mercados internacionales.
Hacia 2007, el gobierno federal comenzó a fijar su atención en los gastos en combustible, argumentando que los subsidios beneficiaban únicamente a la población de mayores ingresos. Por ello, el gobierno programó un escalamiento estable y periódico de precios para el periodo 2008 y 2014 (conocido como los gasolinazos) a fin de disminuir el subsidio, y en el largo plazo igualar los precios de venta en el mercado interno y externo.
Esta época se caracterizó por los altos precios de los combustibles, que alcanzaron su pico en 2011, cuando el barril de petróleo cotizó en alrededor de 100 dólares y su disminución gradual a alrededor de 85 dólares hasta mediados de 2014. (Market Watch, 2015)
Una vez realizada esta modificación de 2008 se han observado cambios al alza en el precio de la gasolina de nuestro país. En cambio, en Estados Unidos se han seguido los precios del mercado, incluyendo la tremenda caída en los precios del petróleo que sucedió en 2014. A continuación se muestra una comparación histórica entre los precios de venta de la gasolina del octanaje más vendido en México y Estados Unidos, con montos convertidos en dólares. (Banco Mundial, 2015)
En 2015 comenzó la aplicación del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) sobre la gasolina, un alza de una sola vez que dio fin a los gasolinazos, calculado bajo una fórmula en función de los precios en Texas: el precio es el mismo todo el año, por lo que si el energético sube en Texas, los automovilistas recibirían un subsidio, pero si baja, los consumidores tendrían que aportar el remanente como impuesto. A noviembre, Pemex importó 504 mil barriles diarios de petróleo a unos 46 dólares por barril y hasta el 53.5% de las gasolinas ya son importadas de Estados Unidos, que es casi el doble de lo que producen las 6 refinerías de Pemex.
Esta política ha tenido un efecto asimétrico en el consumidor, pues sólo entre enero y octubre de 2015 se recaudaron 176,153.6 millones de pesos, que al corte es 486% más de lo presupuestado para todo el ejercicio fiscal. A continuación se presenta una gráfica con la recaudación de los últimos meses:
Con información de (Ramos, 2015) (Vielma, 2015), con base en datos de SHCP y Sener.
El cambio más relevante de cara al año que comienza es que 2016 será el primer año con el precio de la gasolina fluctuando y dependiendo del precio del mercado, mediante un esquema de límites mínimos y máximos, hasta 3% arriba o debajo de los precios de octubre de 2015. Dicho precio se irá ajustando mensualmente, donde el precio para enero será de 13.15 pesos más/menos 39 centavos por litro de gasolina Magna (41 centavos menos que en 2015), mientras que la Premium tendrá precio de 13.98 más/menos 42 centavos por litro (40 centavos menos que en 2015) y el diesel de 13.77 más/menos 41 centavos por litro (43 centavos menos que en 2015). (Notimex, 2015)
De acuerdo con la Ley de Ingresos aprobada para 2016, la recaudación aumentará hasta 223 mil 522 millones de pesos (mdp), volumen mayor al recorte presupuestal de 2015 y el doble de lo propuesto para 2016. En consonancia con la reforma energética, el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) y, por ende, el precio al consumidor, ahora estarán vinculados al precio internacional a través de una cuota fija, de un gravamen sobre combustibles fósiles, del IVA de los dos conceptos ya mencionados, y otra cuota fija de IEPS que se llevarán estados y municipios.
Así, con precios del petróleo por los suelos y un cálculo de reforma, la proporción tributaria sobre las gasolinas pasará del rango 34.9-41.4% en 2015 a 46.6-47.8% en 2016. (Valle, 2015) Esto, como parte de una “transición razonable”, como se puede ver en la siguiente proyección. (Ramos, 2015)
La mala noticia es que la “transición razonable” enfatiza la recaudación sin llegar a una “transición energética”, por lo que ahora los mexicanos estamos pagando demasiado por la gasolina. El combustible es caro tanto por los costos de producción y refinación de Pemex como por los altos impuestos tributarios. Por ello vale la pena reactivar el debate y recordar la máxima: el balance económico debe tener como principio el interés público, siempre. Y ello implica considerar todas las variables (tributación, consumidor, industria, medio ambiente, entre otros) que impactan una decisión de este tipo.